martes, 2 de junio de 2020

Podría ser mágico… Con Chopin todo puede serlo…

El homenaje, la pleitesía, la admiración (o sencillamente el robo) de músicos modernos a colegas clásicos del pasado contiene una larga lista de ejemplos. Algunos casos son notables y otros llegan a ser chistosos por lo deplorable. Cada cual con su capacidad o inspiración. 

A fines de la década de 1830, afectado ya seriamente por la tuberculosis, Chopin partió con su amada y protectora Georges Sand a Mallorca, de alguna forma parecida a nuestros confinamientos actuales por el coronavirus, pues necesitaba un clima más soleado que el frío de París. En la isla española terminó de componer buena parte de una serie de 24 obras para piano, llamados preludios. No le fue muy bien con la crítica contemporánea (el más indulgente fue su colega y también famoso amigo Franz Liszt). Sin embargo, varias creaciones de ese conjunto –Op. 28- han sido utilizadas y versionadas por diferentes artistas de la música y el cine. 

Retrato de Chopin, por su amigo Delacroix

Un siglo y medio después de esa historia del músico polaco, en mi época de escolar de secundaria, las fiestas de fin de semana no sólo cumplían con el rito socializador de la adolescencia, sino que también eran un recreo en medio de la epidemia dictatorial. El baile era diversión. Pero también, como a lo largo de toda la historia humana, era la ocasión de encontrar el amor (aunque fuera pasajero). Entonces, las canciones quietas, esas que ahora llaman lentos, representaban la oportunidad de avanzar de manera más “apretada” en la conquista. Por lo mismo, bailar algunas canciones emblemáticas del momento se transformaban en una evidente carrera contra rivales potenciales por el objetivo amoroso.

A principios de la década de los 80 Barry Manilow se acercaba a los cuarentayalgo y en varios países su canción más conocida era Copacabana (“el lugar más bravo en La Habana”). Originario de Brooklyn, su carrera artística la empezó como pianista de Bette Midler, pero a poco andar agarró vuelo en solitario gracias a su simpatía y talento. Sin embargo, un poco antes, en 1973 había grabado por primera vez como solista un tema en que puso música a una letra de Adrienne Anderson. Manilow se inspiró para ello en el Preludio en Do menor, el número 20, de Chopin. Así nació Could It Be Magic. Y, en mi opinión, lo hizo bien, con mucha sensibilidad. Poco después, otros artistas la sumaron a su repertorio, entre ellos “La reina del Disco”, Donna Summer, que con su tremenda voz hizo una versión más dinámica (se las comparto por acá: https://www.youtube.com/watch?v=DYVI3e9hUWs).

Han pasado años de aquellas fiestas, pero los otoños siguen similares de nostálgicos. Hoy le agregamos la brumosidad de la cuarentena y, quizás por ello, en la memoria se asoman recurrentes esos, a la vez, encantadores y sufrientes instantes en que la luz se atenuaba en el salón de baile (generalmente un estrecho living o comedor) y comenzaban a expandirse los acordes de Chopin que se mezclaban con la singular voz de Manilow… De la habilidad propia dependía que el instante pudiera ser mágico…

Video subido a Youtube por el usuario Amy C

Video subido a Youtube por el usuario rickhavoc501

Could It Be Magic

 Letra: Adrienne Anderson
Música: Barry Manilow (en base a Preludio N° 20, en Do menor, de Chopin

(versión original en inglés)

Spirit move me every time im near you
whirling like a cyclone in my mind
Sweet Melissa, angel of my lifetime
answer to all answers i can find

Baby, i love you, come, come, come into my arms
let me know the wonder of all of you
Baby, i want you now, now, now, and hold on fast
could this be the magic at last?

Lady, take me high upon a hillside
high up where the stallion meets the sun
I could love you, build my world around you
never leave you till my life is done

Baby, i love you, come, come, come into my arms
let me know the wonder of all of you
and baby, i want you now, now, oh, now, oh now and hold on fast
could this be the magic at last?

Could it be magic?
Come, cmon, cmon, come oh-oh come into my arms
oh, let me know the wonder of all of you, all of you
baby, i want you now, now, oh now, oh now and hold on fast
oh, could this be the magic at last?
could it be magic?
come, cmon, cmon, come oh-oh come into my arms
oh, let me know the wonder of all of you
baby, i want you now, now, oh now, oh now and hold on fast
oh, could this be the magic at last?
could it be magic?
come, cmon, cmon.








(versión traducida al castellano)

El espíritu me mueve cada vez que estoy cerca de ti
girando como un ciclón en mi mente
Dulce Melissa, ángel de mi vida
respuesta a todas las respuestas que puedo encontrar

Nena, te amo, ven, ven, ven a mis brazos
déjame conocer todas las maravillas que hay en ti
Nena, te quiero ahora, ahora, ahora, y aférrate rápido
¿Podría ser esta la magia, al fin?

Mujer, llévame alto sobre la colina
muy alto donde pegaso conoce al sol
Podría amarte, construir mi mundo a tu alrededor
nunca te dejaré hasta que mi vida se termine

Nena, te amo, ven, ven, ven a mis brazos
déjame conocer todas las maravillas que hay en ti
Nena, te quiero ahora, ahora, ahora, y aférrate rápido
¿Podría ser esta la magia, al fin?

¿Podría ser magia?
Ven, ven, ven, ven oh oh ven a mis brazos
oh, déjame conocer todas las maravillas que hay en ti, que hay en ti
Nena, te quiero ahora, ahora, oh ahora, oh ahora y aférrate rápido
¿Podría ser esta la magia, al fin?
¿Podría ser magia?

Ven, ven, ven, ven oh, oh ven a mis brazos
oh, déjame conocer todas las maravillas que hay en ti, hay en ti
Nena, te quiero ahora, ahora, oh ahora, oh ahora y aférrate rápido
¿Podría ser esta la magia, al fin?
¿Podría ser magia?
Ven, ven, ven, ven oh oh ven.




domingo, 21 de julio de 2019

Boulevard de los corazones rotos

Desde hace un tiempo se ha hecho viral, circulando por todo el mundo, en especial a través de las redes sociales, un video en que figura un padre tocando guitarra, su hijo de doce años haciendo lo propio con una trompeta y a ratos acompañando con la voz a su pequeña hermana, quien muy entonada y dulce canta una antigua habanera cubana. Los niños se llaman Isaac y Nora, y la que graba la secuencia es su madre, todos residentes de un poblado occidental francés. Muchos, miles de comentarios de usuarios han declarado sentirse muy enternecidos con la interpretación y, a la vez, han recordado el tema, llamado Veinte años, que en las últimas décadas popularizó Omara Portuondo y la agrupación Buena Vista Social Club.

La habanera es un género musical propio de Cuba, aunque hunde también raíces en otras latitudes. Su cadencia lo hizo recurrente en artistas y creadores de varios países, como en Chile, donde fue muy conocida una de nombre Ausencia, que grabó en su momento la inagotable Violeta Parra y que antes sirvió de base melódica para un clásico y combativo himno de los obreros del norte, Canto a la pampa, cuya letra escribió el poeta anarquista Francisco Pezoa.

María Teresa Vera, compositora de Veinte años, junto a Rafael Zequeira 
(imagen tomada de Wikipedia)

Regresando al tema Veinte años, cabe decir que se trata de una canción creada en 1935 por dos amigas cubanas que se repartieron la tarea de escribir la letra, Guillermina Aramburu, y componer la música, María Teresa Vera. El éxito y la identificación de los cubanos con Veinte años fue tal, que incluso alguien señaló por ahí que se trataba de un himno nacional. Y como ya dije más arriba, ha sido interpretada y grabada por incontables artistas, entre los que se cuentan la propia Vera, como en la versión que escucharemos a continuación:

Video subido a Youtube por el usuario ChantYip

En este punto es importante señalar que cuando se creó Veinte años (1935) María Teresa Vera, nacida en 1895, ya era muy conocida en el ambiente musical cubano, que había formado parte de unas cuantas agrupaciones y grabado muchos temas. Su calidad vocal e interpretativa incluso la llevó a realizar varias giras por Estados Unidos (la última vez fue en 1926), lo que seguramente la vinculó con la música que se hacía en el país norteamericano, más allá de la relación cercana que había entre ambos estados hasta el triunfo de la revolución cubana, en 1959. 

Obviamente, no podríamos seguir esta historia sin disponer aquí la versión que muchos identifican como la de la niñita francesa. Es casi innecesario indicar que al igual que ha pasado en todas partes, a mí también me cautivó esta interpretación, no por cándida menos portentosa. Con ustedes Isaac y Nora:

Video subido a Youtube por el usuario Isaac et Nora

Hasta esta parte del relato, creo que todo va bien y puede que nadie se sienta sorprendido. Sin embargo, buceando en diferentes artículos y crónicas, hace poco me encontré con un tema que, de partida, tiene un nombre que es una poesía en sí misma: Boulevard de los corazones rotos o, en su idioma original, Boulevard of broken dreams. Ojo, que hay una canción con ese mismo título, pero que pertenece a la banda californiana Green day y que no tiene que ver con el tema del que hablo ahora, misma cosa que sucede con la canción Por el bulevard de los sueños rotos, del español Joaquín Sabina. No. Acá vamos por otro cuento.

Boulevard of broken dreams fue compuesta en el año 1933 por Harry Warren, en la música, y por Al Dubin, en la letra, y también cuenta con innumerables versiones, algunas de tan afamados artistas como Sting, Nat King Cole o Tony Bennet. La historia que narra tiene que ver con dos personajes que se encuentran en la calle, se besan, bailan y cantan, pero con alegría prestada, llevando heridas de amor por dentro. Y aquí viene lo curioso, que no es que las dos canciones, la de 1933 y la de 1935, se rocen por el lado del relato, del desamor o de los cariños no correspondidos. Lo que llamó mi atención fue el parecido de algunos compases en ambos temas, aunque el cubano se trate de una habanera y en el norteamericano percibo una base de tango. 

Escuchemos a continuación Boulevard of broken dreams en la versión de la orquesta de Hal Kemp, con la voz de Deane Janis:

Video subido a Youtube por el usuario A Trip Down Memory Lane

Pregunté a amigos versados en el arte musical y me señalaron que sí, que hay coincidencias melódicas, pero nadie se atrevió a profundizar más allá. Otra cosa que me extrañó es que Veinte años, siendo tan popular, no haya sido nunca (creo) acusada de bulo. Por tanto, me limito ahora simplemente a exponer mi curiosidad y compartirla con ustedes, con el agrado de saber que escuchamos dos temas que suenan muy bien y que es bueno que, a propósito de los niños franceses, podamos recordar a más de ochenta años de haber sido creados.


Letra de Veinte años

Autores:
Guillermina Aramburu (letra) y María Teresa Vera (música

Qué te importa que te ame
si tú no me quieres ya.
El amor que ya ha pasado
no se debe recordar.

Fui la ilusión de tu vida
un día lejano ya.
Hoy represento el pasado,
no me puedo conformar.

Si las cosas que uno quiere
se pudieran alcanzar,
tú me quisieras lo mismo
que veinte años atrás.

Con qué tristeza miramos
un amor que se nos va:
es un pedazo del alma
que se arranca sin piedad.
Letra de Boulevard of broken dreams

Autores:
Harry Warren (música) y Al Dubin (letra)

I walk along the street of sorrow
The boulevard of broken dreams
Where gigolo and gigalette
Can take a kiss without regret
So they forget their broken dreams

You laugh tonight and cry tomorrow
When you behold your shattered dreams
And gigolo and gigalette
Awake to find their eyes are wet
With tears that tell of broken dreams

Here is where you'll always find me
Always walking up and down
But I left my soul behind me
In an old cathedral town

The joy that you find here you borrow
You cannot keep it long it seems
But gigolo and gigalette
Still sing a song and dance along
Boulevard of broken dreams.

Boulevard of broken dreams (traducción al español)

Voy por la calle del dolor
El boulevard de los sueños rotos
Donde Gigolo y Gigalette
Pueden darse un beso sin remordimientos
Para olvidar sus sueños rotos

Ríes esta noche y lloras mañana
Cuando contemplas tus sueños hechos trizas
Y Gigolo y Gigalette
despiertan para encontrar que sus ojos se hallan húmedos
Con lágrimas que hablan de sueños rotos

Aquí es donde siempre me encontrarás
Siempre caminando de arriba abajo.
Pero yo he dejado mi alma detrás de mi
En una vieja catedral de la ciudad

La alegría que encuentras aquí es prestada
No la puedes tener mucho tiempo al parecer
Pero Gigolo y Gigalette
Aún cantan una canción y bailan a lo largo de
El boulevard de los sueños rotos.






jueves, 14 de septiembre de 2017

Víctor Jara en Ñuñoa

En diciembre de 2009 una multitud de chilenos, especialmente jóvenes, desbordó las calles céntricas de Santiago para despedir, como se merecía, al director teatral y folclorista Víctor Jara, asesinado apenas producido el Golpe de Estado de 1973. La vida y obra del cantante nacional, con creaciones que emergieron desde las tierras sureñas hasta diseminarse por todo el planeta, bien se ganó el homenaje popular que le fue brindado entonces. No podía ser menos para quien pidió con bella melodía el derecho de vivir en paz. 

Aunque la faceta más conocida de Víctor Jara en el arte fue la que derivó de sus canciones, también tuvo otras no menores que le valieron el reconocimiento de sus pares y del público en general, como ocurrió con la dirección teatral. Fue toda una vida, corta vida truncada violentamente, la que dedicó al desarrollo de la cultura chilena y universal. Y Víctor no solo gustaba de mostrar su fecunda capacidad artística, sino que también dedicaba tiempo y energía a traspasar sus conocimientos y experiencia a quienes se lo solicitaran, transformándose por ello en un maestro.

La dimensión educadora del creador de “Te recuerdo Amanda” lo acercó a generaciones más jóvenes que la suya, a la vez que lo vinculó con instituciones de diversa envergadura, como la ex Universidad Técnica del Estado o la Casa de la Cultura de Ñuñoa. En efecto, aunque muy poco se ha difundido que la tierra de los ñuños (Ñuñohue) supo también del privilegio de contar con la entrega generosa de Víctor Jara, lo cierto es que por estos pagos hubo quienes recibieron la enseñanza del folclorista.

Aspecto actual de la Casa de la Cultura de Ñuñoa

En el libro que escribió la viuda de Víctor, Joan Turner, cuenta que “Él mismo tuvo la oportunidad de desarrollar ese aspecto de su trabajo cuando, en 1963, se dirigió a él Gregorio de la Fuente, entonces director de la Casa de la Cultura de Ñuñoa (…) y le pidió que fundara una escuela de folklore. Con ayuda de una de las integrantes de Cuncumén, Maruja Espinoza, Víctor organizó los cursos y enseñó las danzas folklóricas que más le gustaban, mientras Maruja se concentró en la enseñanza de la guitarra. En un par de años un grupo de alumnos numeroso y entusiasta hizo posible la formación de un conjunto de intérpretes muy animado, del que posteriormente surgieron varios solistas”.

Así es. Además de ser apoderado del también ñuñoíno Liceo Manuel de Salas, Víctor Jara estuvo directamente vinculado con el desarrollo cultural de esta comuna. Y en el palacio Ossa, donde funciona desde 1953 la Casa de la Cultura de Ñuñoa y la Biblioteca Municipal, y donde Víctor desplegó alguna vez sus conocimientos folclóricos, no existe nada que lo recuerde, nada visible que haga memoria a la presencia tan cercana de alguien que, por su grandeza, dio su nombre a un asteroide: https://www.thisischile.cl/victor-jara-2/.

La mayoría de los mortales no tenemos la habilidad o el don de transformar lo cotidiano en arte (al menos del bueno, del superior). Sin embargo, creo, sí sabemos agradecer. Y así como miles en ese diciembre de 2009, encabezados por la actual Presidenta de Chile, retribuyeron a Víctor Jara por el legado que nos dejó, no estaría mal que en esta comuna se hiciera un gesto propio y mínimo hacia quien, provisto de un excepcional talento, formó y educó en el corazón de Ñuñoa.

Obviamente, recordar a Víctor seleccionando una de sus canciones es tarea no menor. Sin embargo, esta vez me inclino por un trabajo que muestra su faceta innovadora, que lo llevó a experimentar en aquel tiempo (1971) con nuevas propuestas musicales. En la canción El derecho de vivir en paz (mismo nombre del disco), aparte del contenido poético humanista contingente y, a la vez, atemporal, Víctor se atrevió a compartir sonidos que traspasan lo folclórico, con las guitarras eléctricas de Los Blops. Hacer memoria tiene más validez si se hace con sentido de futuro.

Video subido a Youtube por Victor Jara - Música

El derecho de vivir en paz
(Víctor Jara)

El derecho de vivir
poeta Ho Chi Minh,
que golpea de Vietnam
a toda la humanidad.
Ningún cañón borrara
el surco de tu arrozal.
El derecho de vivir en paz.

Indochina es el lugar
más allá del ancho mar,
donde revientan la flor
con genocidio y napalm;
la luna es una explosión
que funde todo el clamor.
El derecho de vivir en paz.

Tío Ho, nuestra canción
es fuego de puro amor,
es palomo palomar
olivo de olivar
es el canto universal
cadena que hará triunfar,
el derecho de vivir en paz.



martes, 12 de septiembre de 2017

El Ermitaño de Las Chilcas, el tren y el papalote

Viajar en tren desde Til Til a Llay Llay o a Valparaíso, cuando con mis hermanas no pasábamos los diez años de edad, tenía una amplia gama de entretenciones y aventuras, que comenzaban cuando en la boletería de la estación nuestros progenitores nos permitían comprar los pasajes, unos trozos de grueso cartón rectangular a los que, ya en marcha, un conductor marcaría con una muesca (¡qué ganas de conseguir uno de aquella época!).

Lo que más expectación y ansiedad nos provocaba entonces era el paso del convoy por una serie de tres túneles, de los cuales el del final era el más extenso y oscuro. Varios años más tarde averigüé que se trata de portentosas obras de ingeniería, realizadas poco antes de 1863, dirigidas por Enrique Meiggs y William Lloyd (este último, usando también una técnica ferroviaria, fue responsable de construir la iglesia anglicana del cerro Concepción de Valparaíso). De más está decir que un capítulo especial en la perforación de la roca lo tienen los trabajadores que, en lo principal, hicieron tal a punta de cincel y picota, aparte de la dinamita que dejó a unos cuantos enterrados ahí para siempre.

Los Maquis, Las Palomas y Centinela, ubicados entre los kilómetros 83 y 89 de la vía férrea, en medio de las estaciones Enrique Meiggs y Llay Llay, son los nombres de la trilogía de conductos subterráneos que permiten sortear los rocosos obstáculos en la cuesta Las Chilcas. Como señalé más arriba, con mis hermanas estábamos siempre deseosos de esos instantes en que el interior de los vagones quedaba totalmente en penumbras. Sin embargo, hubo una ocasión en que nuestros padres contaron una historia que nos dejó pensativos y pegados a la ventanilla del lado izquierdo del carro, lugar privilegiado para admirar un paisaje que sobrecoge, con la profunda garganta que mucho más abajo es surcada por la serpenteante carretera y que, en la ladera del frente, despliega unas rocas ciclópeas, entre las que la llamada “Pata del Diablo” se lleva los honores principales.

Imagen de 1920 del paso del tren por Las Chilcas
(foto obtenida desde el sitio https://cl.pinterest.com/pin/166773992425342744/)

La historia novedosa, que modificó en gran medida nuestra infantil atención del viaje, nos habló de un señor, un ermitaño (tuve que preguntar el significado de ese nuevo concepto) que hacía su vida en medio de aquel paraje casi bíblico. Nos contaron que el hombre, al parecer, tenía su hogar en medio de los riscos, en una especie de cueva, de donde salía a deambular por el sector y a recoger las limosnas y comidas que los automovilistas y camioneros le compartían. No tenía casa, ni esposa, ni hijos, ni familia. Ni trabajo y, por ende, tampoco un sueldo, como estimábamos que era el día a día de cualquier persona adulta.

Desde entonces, cada vez que se repetía el viaje -hasta que el tren de pasajeros entre la capital y el puerto fue canallescamente terminado, en la segunda mitad de la década de los ochenta-, al llegar al sector de Las Chilcas aguzaba la mirada por la ventanilla, buscando algún indicio de aquel hombre que vivía a contrapelo de la sociedad y que llenaba su soledad de humanos, seguramente, con pensamientos demasiado inmensos para el resto de nosotros, simples mortales a los que nos habría abrumado convivir, de día, con esas rocas gigantes y desnudas como al inicio de los tiempos y, de noche, con la infinitud del mapa estelar.

Juanito. Así fue llamado también el Ermitaño de Las Chilcas. Siempre silente y de mirada muy profunda, provocó la mayor curiosidad entre los que supimos de su deambular al lado del camino o entre quienes, más afortunados, alguna vez lo pudieron divisar con sus andrajos y su enmarañado pelo a cuestas. Que yo sepa, nadie logró determinar su verdadera historia y por eso, como usualmente ocurre en estos casos, se tejieron muchos mitos en torno a su misteriosa vida. Ni siquiera los osados escaladores de roca que empezaron a ejercitarse en esa misma zona, algunos de los cuales se cruzaron en más de una ocasión con el anacoreta, obtuvieron un mínimo dato de su biografía o de la razón de su aislamiento.

Foto de "El Ermitaño de Las Chilcas". Se lee al costado "ABR. 80".
(obtenida desde el sitio http://rocanbolt.com/index.php/2016/09/23/)

El invierno de 1997 fue rudo, sobre todo en el mes de junio. Las precipitaciones en varias zonas del país superaron el doble de un año normal y la cifra de damnificados rebasó las ochenta mil personas. Como ya sabemos, luego de las lluvias viene el frío y con él, para algunos que no tienen buen cobijo, la parca. Tras unas cuatro décadas de deambular en solitario y subsistir de la caridad, el 17 de junio de ese 1997 encontraron sin vida al Ermitaño. Su funeral en el cementerio de Llay Llay fue masivo. De cierta forma, tal como escribió y musicalizó Silvio Rodríguez en la historia del hacedor de papalotes (volantines) de su ciudad natal, para este vagabundo de Las Chilcas “el día más importante de tu existencia fue el de tu muerte”.

Video subido a Youtube por el ususario lasveleidadesdelser

El papalote* (*volantín)
(Silvio Rodríguez)

Será por tu vivienda,
hecha de ruinas y de misterios;
porque rompías la roca
para ganarte un par de medios;
o por tus tirapiedras,
los más famosos de La Loma*, (*barrio de San Antonio de los Baños, Cuba)

con la mejor horqueta
de la guayaba y duras gomas.

Será por todo esto
que mi memoria se empina a ratos
como tus papalotes,
los invencibles, los más baratos;
y te levanta en peso,
Narciso el Mocho, para ponerte
junto a los elegidos,
los que no caben en la muerte.

El papalote
cae, cae, cae, cae, cae.
El papalote
cae, cae, cae, cae, cae.
Se va a bolina* la imaginación. (*caída del volantín)
Buena cuchilla* lo picó. 
(*a la cola de algunos volantines se les ponía un trozo de cuchilla para vencer en las competencias)

Una vez de tus manos
un “coronel”* salió brillando. (*volantín grande)
Qué pájaro perfecto:
cuántos colores, qué lindo canto.
Ninguno de nosotros
iba a volarlo, ya se sabía:
era un encargo caro
del que mandaba, del que tenía.

Llevabas en el puño
aquel dinero de la tristeza;
dinero de aguardiente
de “El Sol de Cuba”*, de la cerveza; (*un bar o bodegón de San Antonio de los Baños)
y te seguimos todos
a celebrarlo, sucios y locos:
para ti “Carta Oro”* (marca de un ron)
y caramelos para nosotros.

El papalote
cae, cae, cae, cae, cae.
El papalote
cae, cae, cae, cae, cae.
Se va a bolina la imaginación. 
Buena cuchilla lo picó.

La gente te chiflaba
cuando en la tarde subías borracho;
tú contestabas piedras
y maldiciones a tus muchachos.
Eras el personaje
de los trajines de tu pueblo;
eras para la gracia;
eras un viejo; eras negro.

Una noche el respeto
bajó y te puso bella corona;
respeto de mortales
que, muerto, al fin te hizo persona.
Pobre del que pensó,
pobre de toda aquella gente,
que el día más importante
de tu existencia fue el de tu muerte.

El papalote
cae, cae, cae, cae, cae.
El papalote
cae, cae, cae, cae, cae.
Se va a bolina la imaginación. 
Buena cuchilla lo picó.