martes, 9 de mayo de 2017

Mi noche triste y el centenario del tango-canción (1917-2017)

En muchos rincones latinoamericanos (quizás todos), en el siglo XIX la música que predominaba en fiestas, salones, chinganas y demases era la de corte folclórico… En el caso de Buenos Aires ocurría algo similar y, según los entendidos, a fines de esa centuria el tango comenzó a hacerse un espacio en los lugares de baile (academias) y en espectáculos de zarzuelas o comedias, compartiendo también con valses, milongas y corridos, entre otros ritmos. Pero no solo los recintos cerrados sirvieron para dar a conocer este nuevo baile, sino que también la calle, sobre todo la arrabalera, que jugó un rol importante en su difusión.

Por la misma época, Buenos Aires crecía demográficamente con la inmigración campo-ciudad y, un caso notable en Sudamérica, con el arribo de ingentes oleadas de población proveniente de Europa, especialmente de Italia, lo que se reflejó en que, en la segunda década del siglo XX, del millón y medio de habitantes de la capital argentina, más de la mitad había nacido en el extranjero. Precisamente, la mezcla de las tradiciones rural, urbana y europea está en la base del tango y su arraigo rioplatense.

Pero el tango, en su origen, era solo música instrumental y baile. Por ello, el veinteañero Carlos Gardel, galán del barrio del Abasto (la casa que compartió con su madre ahí, en el 735 de la calle Jean Jaures, es un museo en la actualidad), en sus primeras incursiones públicas interpretaba canciones folclóricas. Incluso cuando conoció y formó un exitoso dúo con el uruguayo José Razzano, con el que cruzó varias veces el Río de la Plata para presentarse en Montevideo. Fue precisamente en esa capital que Gardel y Razzano tomaron contacto con Pascual Contursi, argentino de origen, quien les enseñó un tango instrumental llamado “Lita”, de su compatriota Samuel Castriota, al que puso letra y que tituló “Percanta que me amuraste”.

Placa que recuerda la casa de Gardel en el barrio del Abasto y que hoy es un museo

Relatan unos tantos que al conocer el tango de Castriota y Contursi, a inicios de 1917, inmediatamente Gardel la quiso incorporar a su repertorio y grabarla. Sin embargo, primero debió intermediar entre los dos autores y cambiarle el nombre a “Mi noche triste”, pues había entre ellos unas desavenencias respecto a registrarla en el fonógrafo. Así, aunque no está zanjado el lugar en que fue interpretada por vez primera, lo que sí genera cierto consenso entre los investigadores es que el tema fue grabado en 1917, incluso se dice que después de septiembre de ese año, tras una gira que hizo a Chile El Zorzal Criollo.

En la voz de Carlos Gardel el éxito de “Mi noche triste” vino muy pronto y, a partir de ahí, una nueva historia en lo que se ha dado en llamar el “tango canción”, ese género que cruzó fronteras y océanos, que forma parte del patrimonio cultural argentino y latinoamericano y que también, desde ese primer tema grabado hace exactamente un siglo, da cuenta de los avatares de los habitantes de las ciudades y, en especial, de las cuitas de hombres que son abandonados por sus amadas… Para mejor ejemplificar lo recién dicho basta recordar de “Mi noche triste” sus primeros versos:  Percanta (concubina) que me amuraste (abandonaste) en lo mejor de mi vida…

(La versión original de 1917 está en youtube, pero con baja calidad del audio.
Grabación de abril de 1930, 
con las guitarras de Guillermo Barbieri, José María Aguilar y Ángel Domingo Riverol).

Mi noche triste

Percanta* que me amuraste* (concubina/abandonaste)
en lo mejor de mi vida,
dejándome el alma herida
y espina en el corazón,
sabiendo que te quería,
que vos eras mi alegría
y mi sueño abrasador,
para mí ya no hay consuelo
y por eso me encurdelo* (emborracho)
pa'olvidarme de tu amor.

Cuando voy a mi cotorro* (cuarto de soltero)
y lo veo desarreglado,
todo triste, abandonado,
me dan ganas de llorar;
me detengo largo rato
campaneando* tu retrato (en este tango: mirando)
pa poderme consolar.

De noche, cuando me acuesto
no puedo cerrar la puerta,
porque dejándola abierta
me hago ilusión que volvés.
Siempre llevo bizcochitos
pa tomar con matecitos
como si estuvieras vos,
y si vieras la catrera* (cama)
cómo se pone cabrera* (enojada)
cuando no nos ve a los dos.

Ya no hay en el bulín* (cuarto de soltero)
aquellos lindos frasquitos,
adornados con moñitos
todos de un mismo color.
Y el espejo está empañado
y parece que ha llorado
por la ausencia de tu amor.

La guitarra en el ropero
todavía está colgada:
nadie en ella canta nada
ni hace sus cuerdas vibrar.
Y la lámpara del cuarto
también tu ausencia ha sentido
porque su luz no ha querido
mi noche triste alumbrar.

Percanta que me amuraste
en lo mejor de mi vida,
dejándome el alma herida
y espina en el corazón,
sabiendo que te quería,
que vos eras mi alegría
y mi sueño abrasador,
para mí ya no hay consuelo
y por eso me encurdelo
pa'olvidarme de tu amor.

1 comentario:

  1. Que lindo!
    Más allá de lo bien que escribes, como que uno se remonta para esos tiempos y la canción que canción.
    Gracias.

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