(Artículo que publiqué en 2009 en www.elmostrador.cl, en que planteo que Violeta Parra hace una lectura -y una práctica- dinámica sobre la identidad cultural... y que traigo a colación a propósito del centenario del natalicio de nuestra gran Violeta)
Si bien la obra de Violeta Parra, muchas
veces, es destacada por el rescate que hace de las viejas tradiciones, varias
de las cuales se conservaban casi en forma exclusivamente oral, y por sus creaciones
musicales de claros contornos folklóricos, el concepto de identidad que logra
diseñar la creadora nacional no corresponde a lo que podríamos llamar una pieza
de museo. Es decir, Violeta entiende que la identidad cultural, aun cuando se
liga impajaritablemente con determinadas bases o raíces desde las cuales
emerge, no es una estructura que se queda quieta en el tiempo, sino que a cada
rato se nutre de nuevos aportes.
Esta idea de identidad recreada implica
reconocer que la realidad es un constante devenir que no se puede quedar
anquilosado en estructuras inamovibles, ya que estamos hablando de fenómenos
sociales (como lo es la cultura de un pueblo) y que, por tanto, están dotados
de una capacidad de renovación constante. Es la vieja dicotomía entre lo viejo
y lo nuevo, donde las mentes y personalidades que buscan el desarrollo de los
pueblos se afanan por potenciar las posibilidades de la gente, a partir del
reconocimiento, rescate y difusión de aquello que está en el origen de un
camino.
Y Violeta Parra es una personalidad
progresista que busca superar las limitaciones que constriñen al ser humano,
que busca con creatividad nuevas sendas para desarrollar la potencialidad del
hombre. Pero si no se conoce lo que se es (y no se reconoce), ¿desde qué base
se puede generar un aporte? ¿Cuál es la especificidad que constituye el aporte
propio a la mancomunión del humano, en cualquier parte del planeta? No es el
nacionalismo decimonónico lo que caracteriza la obra y el pensamiento de
Violeta Parra.
Portada del libro DECIMAS de Violeta Parra,
publicado por la Universidad Católica de Chile en 1972 (segunda edición)
Por ello es que su trabajo -fuerza es reiterar
que recoge y se alimenta de las tradiciones más ancestrales de la vida
campesina chilena- no se limita a una glorificación acrítica de las raíces
propias, sino que las recupera para que no sean sepultadas en el olvido y,
yendo más allá, les otorga una forma que trascienda la simple copia. Lo que
hizo Violeta se asemeja a lo que hicieron los grandes genios de la música
clásica al universalizar las tradiciones, desde donde emergen y se nutren sus
obras. Y una obra que se precie de ser universal, como ocurre en el caso de
Violeta, debe recurrir a un lenguaje que trascienda los márgenes de las raíces
de donde proviene esa obra, por muy identificada que esté con dicha matriz.
Con otras palabras, es lo que señala Leonidas
Morales en un texto sobre la génesis del arte de Violeta Parra, al describir la
dicotomía que se presenta para la autora chillaneja (y para la sociedad en su
conjunto) entre los mundos urbano y rural (que vendrían a representar la
oposición entre lo viejo y lo nuevo): "No se trataba pues de prolongar la
tradición de la cultura folklórica como si nada la alterara, sino de recrearla
en un plano de libertad. Esta recreación, dirigida necesariamente a un receptor
urbano, el único en condiciones de penetrar en su sentido, debía realizarse
además con los procedimientos propios del arte urbano. Por eso, junto con hacer
suyo el saber artístico del folklore, el largo aprendizaje de Violeta incluyó
la búsqueda, en las más diversas modalidades del arte popular urbano, de las
orientaciones que le permitieran recrear la herencia de la cultura folklórica,
salvándola sin traicionar su espíritu, y salvándose ella misma en la
recreación".
La propuesta de identidad que nos hace Violeta
se parece a lo que Cristián Santa María, en la presentación de la primera
edición de las "Décimas", en 1970, dijo respecto a la publicación de
esa obra: "No es monumento, sino faro". ¿Qué otra cosa podríamos
decir al leer (y escuchar y entonar) canciones como "Gracias a la
vida" o "Volver a los diecisiete", las más difundidas de sus
obras musicales? Es cierto que en ellas encontramos ritmos, instrumentos y
palabras propias de lo que llamamos nuestra cultura; pero, también encontramos
una lírica de alcances más universales, las mismas que hacen decir a algunos
que mientras nosotros sólo conversamos con las flores, Violeta se permitió
conversar con las estrellas.
Volver a los diecisiete
Volver a los diecisiete
Después de vivir un siglo
Es como descifrar signos
Sin ser sabio competente
Volver a ser de repente
Tan frágil como un segundo
Volver a sentir profundo
Como un niño frente a Dios
Eso es lo que siento yo
En este instante fecundo.
Se va enredando, enredando
Como en el muro la hiedra
Y va brotando, brotando
Como el musguito en la piedra
Como el musguito en la piedra
Ay, sí, sí, sí.
Mi paso retrocedido
Cuando el de ustedes avanza
El arco de las alianzas
Ha penetrado en mi nido
Con todo su colorido
Se ha paseado por mis venas
Y hasta las duras cadenas
Con que nos ata el destino
Es como un diamante fino
Que alumbra mi alma serena.
Se va enredando, enredando
Como en el muro la hiedra
Y va brotando, brotando
Como el musguito en la piedra
Como el musguito en la piedra
Ay, sí, sí, sí.
Lo que puede el sentimiento
No lo ha podido el saber
Ni el más claro proceder
Mi el más ancho pensamiento
Todo lo cambia el momento
Cual mago condescendiente
Nos aleja dulcemente
De rencores y violencias
Sólo el amor con su ciencia
Nos vuelve tan inocentes.
Se va enredando, enredando
Como en el muro la hiedra
Y va brotando, brotando
Como el musguito en la piedra
Como el musguito en la piedra
Ay, sí, sí, sí.
El amor es torbellino
de pureza original
Hasta el feroz animal
susurra su dulce trino
Detiene a los peregrinos
Libera a los prisioneros
El amor con sus esmeros
Al viejo lo vuelve niño
Y al malo sólo el cariño
Lo vuelve puro y sincero.
Se va enredando, enredando
Como en el muro la hiedra
Y va brotando, brotando
Como el musguito en la piedra
Como el musguito en la piedra
Ay, sí, sí, sí.
De par en par la ventana
Se abrió como por encanto
Entró el amor con su manto
Como una tibia mañana
Al son de su bella diana
Hizo brotar el jazmín
Volando cual serafín
Al cielo le puso aretes.
Y mis años en diecisiete
Los convirtió el querubín.
Se va enredando, enredando
Como en el muro la hiedra
Y va brotando, brotando
Como el musguito en la piedra
Como el musguito en la piedra
Ay, sí, sí, sí.
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